ETAPA
Iruecha-Sta. María de Huerta


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Iruecha - Sta. María de Huerta Etapa de las más largas del GR 86, con 27,2 kilómetros, aunque la mayor parte del camino es en descenso. Realiza un perfecto transecto entre los enclaves a mayor altitud de las parameras del alto Jalón, a unos 1.300 metros de altitud, y la misma ribera del río Jalón, a unos 760 metros en Santa María de Huerta.

El alto Jalón es una zona de paso estratégica, pues permite enlazar fácilmente el valle del Ebro con la Meseta, ya sea con el alto Henares o el alto Duero. Esta ruta se protegió durante el periodo medieval con una serie de castillos levantados sobre pequeños cerros aislados que dominan el valle. Nuestro camino pasa a los pies de dos de ellos. El primero es el castillo de Montuenga, que se adapta a la forma del estrecho cerro que domina el pueblo. Cuenta con dos torres en sus extremos, pentagonal la del noroeste, que tuvo una planta abovedada y la puerta de acceso elevada, y rectangular la del sureste. Entre las dos se encontraba el patio de armas, protegido por los muros que unen las torres, que conservan algunos restos de almenas y la puerta que se abría hacia la población. Esta construido con sillares en las esquinas y muros de mampostería unida con argamasa.

El segundo es el castillo de Belimbre, que se encuentra muy arruinado, conservando únicamente parte del recinto amurallado que rodeaba la superficie superior del cerro donde se levanta. En el interior se observan los restos de un aljibe cuya cubierta abovedada se ha derrumbado. Como en todo castillo en ruinas que se precie, en este reside un fantasma, la protagonista de la leyenda de “La hermosa de la mancha roja” recogida por F. Zamora Lucas. Aben-Zaide, el alcaide musulmán de la fortaleza, es derrotado y muerto durante el ataque encabezado por el castellano don Suero. Años más tarde, su hija Zaida que permanece en manos del señor cristiano, se vengará. Provoca un incendio, asesina a doña Blanca, la mujer de don Suero, y rapta a su hijo. Tras ser descubierta se arroja desde una de las torres y desde entonces su fantasma vaga por las inmediaciones del castillo, intentando limpiar de su piel las manchas de sangre de doña Blanca, sin conseguirlo. La localidad de Santa María de Huerta debe su existencia al monasterio cisterciense del mismo nombre. Los monjes establecieron en Huerta su residencia definitiva en el año 1162, procedentes de un asentamiento anterior en Cántavos, actualmente un despoblado en el término de Fuentelmonge.

Desde su fundación contó con el apoyo de los reyes de Castilla y Aragón y de numerosos nobles. Fue Martín de Finojosa el primer abad elegido en el monasterio y verdadero artífice de su construcción. Construido siguiendo los modelos del Cister, posee la sobriedad y exquisita elegancia que caracterizan el estilo. Declarado monumento nacional en 1882, es uno de los más importantes de la provincia, destacando el magnífico refectorio (comedor de monjes) como uno de los más bellos y armónicos de todo el cister europeo. Presentas dos etapas constructivas principales: los siglos XII y XIII y los siglos XVI y XVII. En la primera se construyen los edificios que conforman la planta típica de un monasterio cisterciense alrededor del claustro gótico, destacando el refectorio de monjes, la cocina, la sala capitular y la propia iglesia. Durante la segunda etapa el edificio sufre una serie de ampliaciones, manifestación del nuevo impulso que toma el monasterio en su andadura dentro de la Congregación de Castilla. Se construyen entonces el nuevo claustro herreriano, el claustro plateresco, que se levanta sobre el gótico, o el coro alto de la iglesia. Todo el conjunto quedó rodeado por una cerca que incluía tanto las edificaciones como las huertas donde trabajaban los monjes. La primera parte del recorrido se desarrolla por barrancos, pequeños cañones y relieves intrincados, en gran parte a través de sabinares y encinares de destacada belleza; cruza transversalmente el espacio natural de ámbito europeo LIC Sabinares del Jalón.

El paisaje dominado por vastas parameras y relieves llanos se ve interrumpido por barrancos, hoces o pequeños cañones. Los recovecos y repisas de sus paredes verticales, inaccesibles para los humanos y su ganado, son refugio de plantas y áreas de cría de aves, murciélagos u otros mamíferos como el tejón, la garduña, la jineta, etc. que viven bajo un clima extremo condicionado por la alta exposición a los agentes atmosféricos en las altas parameras de la zona.

El trazado de esta etapa es una excelente muestra de la disposición de la vegetación por altitudes desde la vega del río Jalón hasta las altas parameras de la cabecera del Jalón en los sabinares de Judes e Iruecha. Iniciamos el recorrido en páramos que rondan los 1.300 metros de altitud, donde la sabina albar (Juniperus thurifera) tiene su feudo y forma sus peculiares bosques abiertos conviviendo con el enebro (Juniperus communis). La sabina es una especie muy antigua, poco adaptada a la coyuntura climática actual, de crecimiento muy lento y de difícil germinación, por lo que se encuentra en situación desfavorable ante la presencia de encinas y quejigos , que presentan crecimientos más rápidos y con mayor facilidad para instalarse en los suelos más profundos y lugares resguardados. Únicamente se encuentra libre de competidores en los páramos de mayor altitud, generalmente por encima de los 1.200 metros de altitud, donde la pedregosidad y la exposición al viento y a los contrastes térmicos es elevada.

Por debajo de los 900 metros de altitud, después de descender de los montes de encinas y sabinas, el recorrido transcurre por largas y monótonas pistas a través de un paisaje subdesértico, donde predominan los cultivos de secano. Si algo da color a este tramo, son los cerros de yesos rojos o blancos erosionados que emergen dispersos entre los cultivos. La presencia de estos particulares sustratos, concretamente en las zonas basales áridas de la cuenca del Jalón, limita el desarrollo de bosques densos y favorece la presencia de una vegetación adaptada a vivir bajo condiciones climáticas limitantes, y en suelos compactos, erosionados y ricos en sales (vegetación gipsófila), presente sólo en España en el ámbito europeo.

Entre mayo y junio emergen entre la monótona planicie de los cultivos algunos pequeños cerros erosionados con una explosiva floración rosada de la garbancera (Ononis fruticosa), matorral propio de estos ambientes esteparios, que en ocasiones aparece entremezclado con el romero (Rosmarinus officinalis). En estos ambientes es posible encontrar además alguna planta de sumo interés como Astragalus turolensis, de flores amarillo pálidas y sin nombre vulgar conocido. Aunque no es fácil de verla por su escasez y tamaño modesto, se encuentra en un par de lugares junto al camino entre Montuenga y Alconchel, visible por sus flores amarillo pálidas. Es una planta protegida en Castilla y León, endemismo del E y N de España



Ciclabilidad
100%




Horario
6h. 56min.

Des. Subida
30m.

Des. Bajada
540m.

Distancia
27,2km.

Recorrido
Travesía

Severidad
2

Orientación
2

Dificultad
2

Esfuerzo
4

Graduación
1 Min / 5 Max


Recomendaciones

Prohibido circular a motor

No introduzcas especies

Si llevas perro, controlalo

Ritmo de marcha 3-4 km/h.

No arrojes basuras

Matén limpios ríos y arroyos

Prohibido acampar

Respeta animales y plantas

Prohibido hacer fuego

No seas ruidoso


Recuerda siempre

Infórmate del tiempo

Comprueba tus baterías

Lleva comida y bebida

No te sobrevalores físicamente

No vayas solo o informa de tu ruta

Lleva un vestuario y equipo adecuado


RECUERDA llama al 112 ante cualquier incidencia


Símbolos del sendero

Continúa sendero

Dirección errónea

Giro derecha

Giro izquierda